Realiza una dieta variada, basada en alimentos frescos y  de temporada, ricos en vitaminas y minerales.
 
Complementa la nutrición con plantas medicinales (echinácea, tomillo, llantén, drosera, jengibre, etc...y productos apícolas (propóleo, jalea real, miel, polen) que ayudan a reforzar la inmunidad. Deja que un profesional te aconseje.
 
Recurre a los baños de temperatura alterna (fría, caliente) que estimulan la circulación sanguínea y linfática y fortalecen el organismo. Friccionar el cuerpo con guante de crin durante la ducha de contraste.
 
Duerme el suficiente número de horas para favorecer el correcto funcionamiento de nuestro sistema de defensas y sistema nervioso.
 
Realizar de forma regular actividad física de intensidad moderada (caminar a paso ligero, nadar, bicicleta, pilates ...etc.).
 
Aprender a llevar un ritmo de vida más relajado y a evitar el estrés, uno de los principales enemigos de nuestro sistema inmune. Para ello resulta esencial practicar la respiración consciente y realizar actividades como el ioga, kundalini,  tai-chi, chi-kung... etc.